Cet itinéraire historique guide a pour objectif présenter différents épisodes de l’histoire d’Andorre. La visite commence par l’église Saint-Jean de Sispony, puis par le chemin de la Closa et se termine au niveau du musée Casa Rull, dans la rue principale.
Sispony est un village de la paroisse de la Massana, situé à 1.360 mètres d’altitude, qui dispose de Quart et est peuplé d’environ mil habitants. À Sispony vivent ensemble des témoins de l’économie de quasi-subsistance sur laquelle se basait l’Andorre, l’agriculture et l’élevage. Les constructions modernes, avec une esthétique attentionnée et pseudo-traditionnelle sont celles d’un village dortoir, presque sans vie ni âme, qui ont avalé les terrasses et les prés.
Les visites peuvent se réserver par courrier électronique à reservesmuseus@govern.ad
Éléments de l’itinéraire
El poder de l’Església es percep en la quotidianitat del poble, però també a l’hora de determinar la conducta de la gent, què està bé i què no. A partir d’aquest codi de comportament es decideix qui està fora de la comunitat: infidels, heretges, delinqüents, criminals... i bruixes.
A Andorra tenim testimonis de diversos judicis de bruixeria durant la baixa edat mitjana i l’edat moderna (segles XV – XVII) i s’ha conservat documentació judicial que ajuda a entendre la cacera a aquestes dones.
Es conserven una seixantena de processos de bruixeria i documentació complementària generada abans de la sentència encara que la documentació conservada és fragmentària.
Normalment les dones acusades de bruixeria tenien poca xarxa, escàs patrimoni econòmic, una edat avançada... i mala reputació. Al llarg del procés eren turmentades i acusades d’infanticidi, emmetzinament...
A Sispony va haver-hi múltiples dones acusades de bruixeria:
- Pasquala Oriola, vídua casada a Àreu (Vall Ferrera). Fou assenyalada com a bruixa durant les corts de 1604, concretament en l’enquesta de testimonis contra Maria RibaJussana de Sispony. No es conserven les actes del seu procés, fet que ens impedeix saber si fou finalment detinguda i condemnada en aquella ocasió. Ref. arxivística: ANA, TC, 3068.
- Maria Riba Jussana, de Sispony, fou assenyalada com a bruixa durant les corts de 1604. Es conserven únicament els testimonis de diversos veïns, però no la resta del procés, fet que ens impedeix saber si fou finalment detinguda i condemnada en aquella ocasió. Ref. arxivística: ANA, TC, 3068.
- Antònia Riba, àlies la Corneta, natural de Sispony, vídua de seixanta anys d’edat, habitant d’Ordino, on tenia casat un fill, fou detinguda i jutjada per bruixa l’any 1621. Malgrat haver estat assenyalada com a bruixa en la confessió coetània d’Àngela Borrellona, Antònia negaria tots els càrrecs imputats i seria finalment alliberada a finals d’octubre de 1621. Tanmateix, la Corneta de Sispony seria novament detinguda durant les corts de 1629. Ref. arxivística: ANA, TC, 3199.
La ruta acaba a Casa Rull, perquè aquesta casa museu ha estat escenari d’una pel·lícula que parla del país durant la Segona Guerra Mundial.
El film és El fred que crema, de Santi Trullenque, i està protagonitzada, entre altres actors, per Roger Casamajor. A la pel·lícula es presenta l'Andorra dels passadors i com les muntanyes andorranes es van omplir de refugiats, exiliats, evadits...
Una de las casas tradicionales de Sispony es cal Jubellà una casa solariega de planta rectangular construida el de 1875, actualmente deshabitada.
En la historia de esta casa, uno de sus habitantes fue uno de los trece andorranos que pasaron por los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Estamos hablando del caso de Francesc Mora Calvet, de Cal Jubellà de Sispony (17 de septiembre de 1912), primer andorrano, que, a día de hoy, se tiene constancia de que fue detenido por los nazis.
El 31 de enero de 1943, el destino le deparó una mala jugada en un ferrocarril. Él venía de Toulouse con un paraguas y nada más. Tenía que bajar en el Ospitalet, pero se durmió en el tren. Cuando despertó, se encontró en la Tour de Querol, donde subieron los nazis y le detuvieron.
Su primer destino fue la cárcel de Perpiñán. Días después le llevaron a otro centro de internamiento en Compiègne donde meses más tarde acabaría coincidiendo con otros siete andorranos. Los ocho habían sido detenidos por un presunto delito de colaboración con la Resistencia francesa.
El 17 de enero de 1944, su situación aún empeoró. Los ocho andorranos fueron trasladados a Alemania, hasta llegar al campo de concentración de Buchenwald. El 19 de enero de 1944, Francesc Mora ingresó con el número 404975, en la categoría de prisionero político.
El 22 de febrero de 1944, fue trasladado al subcampo de Flossenbürg. Después, y acompañado de otro andorrano, Pere Mandicó Vidal, más conocido como “el fraile de Xicos”, fue deportado al campo de Mauthausen-Gusen.
En el momento en que los aliados empezaron a recuperar terreno, los nazis trasladaron los prisioneros a pie hasta zonas que consideraban más seguras. Eran las denominadas caravanas de la muerte, a las que sólo sobrevivían los más fuertes.
Algunos de sus compañeros tuvieron la suerte de salir con vida, pero a Francesc le mataron por culpa de su estado físico y nunca se recuperó su cuerpo.
El siglo XX es como un cruce en la historia de Andorra, puesto que se abandonó progresivamente un modelo de sociedad basado en las actividades agropecuarias para gestar la sociedad moderna.
Un momento clave en ese camino son los conflictos bélicos del siglo XX. Andorra, siendo un país neutral, sufrió las consecuencias de la Guerra Civil Española (1936-1939) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Fue escenario de las rutas de evasión y, además, vivía entre un obispo franquista (Iglesias Navarri) y un veguer pronazi (Emile Lasmartes).
Los años de conflicto fueron tiempos de miseria y contrabando, pero también de oportunidades. De transportar mercancías se pasó a ayudar a personas. Algunos se aprovecharon, otros participaron activamente en estas redes de evasión para ayudar a los fugitivos del nazismo.
Los evadidos se hospedaban en casas particulares y algunos hoteles, pero su presencia no gustaba ni a los nazis ni a la dictadura franquista, y ejercieron presiones para expulsarlos del país.
Los nazis no invadieron el país, pero sí hicieron intervenciones. Uno de esos momentos de tensión tuvo lugar en Sispony.
No tenemos claro si en este cruce hubo una intervención directa de la Gestapo con la detención de Eduard Molné, un chófer de las cadenas de evasiones, cuando transportaba a cuatro aviadores en su vehículo. Aunque faltan detalles, los refugiados estaban en Llorts. Molné los recogió y tenía que llevarlos al Hotel Palanques, donde seguramente dormirían y comerían. En el hotel había dos vehículos estacionados, con hombres vestidos de negro. Molné se percató de que eran miembros de la Gestapo y continuó hasta Sispony, donde, con una maniobra brusca, permitió huir a los refugiados, pero él cayó en manos de la Gestapo.
Molné recuerda que él entró en una de las celdas de Toulouse el 30 de septiembre de 1943, y que se encontró a otras siete personas. Los ocho sobrevivieron como pudieron en un espacio de poco más de seis metros cuadrados El hecho de que su padre, Francesc Molné, hubiese sido síndic general de Andorra permitió que su caso se estudiara con especial interés y un representante alemán se desplazó hasta Toulouse a mediados de octubre de 1943 y Molné salió de la cárcel y volvió a Andorra.
Eduard Molné logró salvarse, pero no todos los andorranos fueron tan afortunados.
Sispony es un pueblo de la parroquia de La Massana, situado a 1.360 metros de altitud, dispone de Quart y tiene más o menos un millar de habitantes. En Sispony conviven testimonios de Andorra basada en una economía casi de subsistencia y las construcciones modernas que no dejan de ser construcciones de un pueblo dormitorio.
La iglesia de Sispony está dedicada a san Juan y es del siglo XVII. Es un ejemplo de arquitectura barroca, posiblemente construida sobre restos medievales.
La iglesia es de planta rectangular, con la sacristía adosada al muro de poniente. El tejado presenta dos niveles diferentes y un alero considerable que protege los muros de la lluvia. La fachada está orientada a levante y encontramos una puerta de acceso cubierta con un arco de medio punto, sobre la que hay un óculo.
Adosado a la fachada encontramos el campanario de torre, de planta cuadrada y de cinco niveles de altura donde se colocaban las campanas para anunciar y comunicar. En los tres primeros pisos presenta pequeñas aberturas de aspillera y en el cuarto piso, una ventana con un arco de medio punto.
En el interior de la iglesia se conserva una talla de época gótica de san Juan, bastante restaurada, y una talla barroca de la Virgen. El ábside está totalmente decorado con pinturas murales del siglo XIX de Josep Oromí.
Entre las décadas de los 50 y los 60 del siglo pasado, por motivo del ensanchamiento del camino Coberts se derribó la capilla lateral que todavía se conservaba en la fachada norte.